Novela pastoril
Estamos en un pueblo rural llamado Etislac. Es un pueblo situado en medio de las montañas al lado de un río que llega desembocar al mar. Es un pueblo feliz, en el que la gente es feliz y todo el mundo está contento, excepto Salicio, un pastor que estaba triste, porque su amada no le hacía caso.
Él decía que Esmeralda, la pastora a la cual amaba, no le quería, pero lo cierto es que no era verdad. Él no sabía qué era lo que de verdad sentía Esmeralda hacía él.
Hacía muchos años que se conocían, vivían en la misma calle y sus padres desde siempre que eran amigos.
Los dos pastores se amaban mutuamente, pero ninguno sabía lo que el otro sentía. Un día en el que Salicio salió a pacer las ovejas, vio a su amada Esmeralda que estaba tumbada a la sombra del Gran Árbol. Ese árbol que tanto quería, aquél en el que había pasado tantos momentos agradables, aquél con que el que se sentía bien, protegido. Pues allí, sentada a la sombra del Gran Árbol, Salicio vio a su Esmeralda. Era una imagen preciosa que no iba a poder olvidar nunca.
Se acercó a ella y la saludó:
- ¡Hola Esmeralda! ¿Qué estas haciendo?
- Estoy descansando, Salicio, ¿porque no te tumbas un poco aquí, a mi lado?
- Es que estoy con las ovejas y si alguna se escapa, mi padre se desmayará.
- Pero si solo será un ratito, venga...!
Salicio vaciló un momento pero de repente se decidió y se sentó junto a la hermosa Esmeralda. Estuvieron hablando un rato, Salicio estaba muy nervioso y no entendía porque, pues hacía desde pequeños que se conocían.
Salicio la miró y decidió que era la hora de confesarle su amor. Sus ojos se clavaron en los ojos verdes de Esmeralda y sus labios pronunciaron estas palabras:
- Oye Esmeralda, debo decirte algo importante.
- Dime Salicio, ¿qué pasa?- preguntó intrigada Esmeralda.
- Es que quería decirte que yo... pues... yo... quería decirte que... te quiero... desde hace tiempo... y... y... quiero casarme contigo.
Esmeralda se quedó medio sorprendida, aunque tenía ganas de oírlo, por lo que respondió:
- Me alegro de que me lo hayas contado porque yo también te quiero y quiero casarme contigo.
Ahora los dos amantes debían pedir permiso a sus padres.
Una vez se lo preguntaron, los padres respondieron que estaban de acuerdo con la boda, y que hacia años que la esperaban.
Esmeralda y Salicio se casaron y tuvieron un hijo muy guapo llamado Agustín.
diumenge, 18 de maig del 2008
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