dissabte, 17 de maig del 2008

La historia de Leandra

De la Novela al Teatro
La historia de Leandra:

Escena 1.

(Leandra vivía en el pueblo de Villarrica. Era una doncella muy bella y tenía muchos pretendientes, los cuales estaban siempre delante de su casa.)
EUGENIO: ¡¡Leandra, te traigo unas rosas rojas muy bonitas!!
PRETENDIENTE 1: ¡Eh! Yo he llegado antes.
PRETENDIENTE 2: ¡¿Pero qué dices?! ¡Yo estaba mucho antes!
(Y empezaron a pelearse. Al oír los gritos, Leandra se asomó a la ventana y les dijo lo siguiente.)
LEANDRA: ¿¡Queréis parar de hacer el burro!?
EUGENIO: Leandra, te traigo unas muy bonitas rosas rojas.
PRETENDIENTE 1: Yo te traigo un trozo de pan de hace solo dos semanas.
PRETENDIENTE 2: ¿Pero qué haces? ¿Es que quieres matarla? Mira, yo te traigo un vestido precioso de mi tatarabuela.
LEANDRA: ¡Ya os lo he dicho cientos de veces, no quiero vuestros estúpidos regalos!
PRETENDIENTE 1: Que mona está cuando se enfada.
TODOS: Qué razón tienes.
(Leandra, cansada de los hombres que la molestaban todos los días, entró en su casa y no salió hasta que ellos se hubieran ido.)
Escena 2.

(Estamos en la frutería de Diego, cuando de repente entró un desconocido.)
DESCONOCIDO: ¡Muy buenas! Soy nuevo por aquí, y no conozco a nadie. Perdone frutero, ¿podría darme zanahorias para mi caballo?
DIEGO EL FRUTERO: ¡Pues claro que si, buen hombre! Sepa que son recogidas de hoy en el mejor huerto del pueblo, el mío.
DESCONOCIDO: No has de decir más, frutero. Me las quedo.
LEANDRA: ¿Cuándo hace que está por aquí? No lo había visto nunca.
DESCONOCIDO: No mucho, acabo de llegar galopando.
(El frutero le dio las zanahorias y el desconocido salió por la puerta y desapareció entre las calles del pueblo)
LEANDRA: Oye Diego, ¿Tú conocías a ese hombre?
DIEGO EL FRUTERO: No lo había visto en mi vida.

Escena 3.

(Leandra no puede dormir en toda la noche pensando en el desconocido que se había encontrado en la frutería. Cuando de repente, le despertaron los gritos de sus pretendientes.)
EUGENIO: ¡Leandra, te traigo las mismas rosas rojas que ayer!
PRETENDIENTE 1: ¡Yo te traigo el mismo pan de dos semanas… y un día!
PRETENDIENTE 2: ¡Yo te traigo el mismo vestido de mi tatarabuela!
LEANDRA: (Asomándose al balcón. Irritada) ¿Queréis dejar de molestarme de una vez?
(Entra en escena el desconocido)
DESCONOCIDO: ¿Queréis dejar de molestar a esa doncella tan hermosa?
PRETENIENTE 1: ¿Y quién lo dice?
DESCONOCIDO: Soy Álvaro de Aragón, soldado del rey Rodolfo I.
PRETENDIENTE 2: Y a nosotros, ¿qué más nos da?
ÁLVARO: Ella os lo ha pedido de buenas. Yo no voy a tener tanta paciencia.
(Los pretendientes se fueron retirando uno a uno tras las advertencias de Álvaro el soldado.)
LEANDRA: No sé cómo agradecértelo, siempre me están molestando y no consigo quitármelos de encima.
ÁLVARO: No hace falta mujer, estoy encantado de salvar a una doncella tan hermosa.
LEANDRA: (sonrojada) Perdona, no me he presentado. Me llamo Leandra.

Escena 4.

(Leandra y Álvaro, enamorados, se han ido del pueblo de Villarrica. Leandra se llevó consigo todas sus joyas y dinero por si hacía falta.)
LEANDRA: Oye Álvaro, ¿a dónde nos dirigimos?
ÁLVARO: Vamos hacia el castillo del Rey Rodolfo el Chorizo.
(Es de noche. Se encuentran a medio camino, en medio del bosque Verde.)
LEANDRA: Podemos dormir aquí, estoy cansada.
ÁLVARO: Está bien, mi caballo también necesita descansar.
(Mientras Leandra dormía profundamente, Álvaro se despertó y cogió todas las joyas y el dinero de la bella Leandra. A la mañana siguiente Leandra se dio cuenta que Álvaro la había abandonado y que le había robado sus pertenencias.)
LEANDRA: ¿Por qué me has hecho esto, Álvaro? ¡Yo te amaba con todo mi corazón! Te regalé mi amor, me fui contigo y me abandonas. ¿Qué voy a hacer ahora sin ti y sin dinero? Me lo has quitado todo. (Reflexionando) Ahora que me doy cuenta, no sé dónde estoy ni hacia dónde tengo que dirigirme. Mi amado Álvaro era el único que conocía el camino… No debí desear más de lo que podía tener. Ahora que lo pienso, Eugenio me traía unas rosas muy bonitas…

(¡¡FIN!!)
Ari y Marina