Don Quijote y Sancho Panza tienen una nueva aventura
El más valeroso caballero andante que jamás ha habido y que jamás habrá, don Quijote de la Mancha, junto con su fiel escudero Sancho Panza se dirigen hacia el reino de Otim.
Hace ya muchas horas que están andando y Rocinante y el burro están cansados y sedientos. Cerca de donde estaban había un río. Allí descansaron y pasaron la noche. Rocinante y el burro pudieron descansar y don Quijote y Sancho durmieron como hacia mucho que no dormían.
Al amanecer se encontraron con qué no sabían hacía donde debían dirigirse. Y empezaron a andar sin rumbo. Por allí cerca hallaron un pastor con sus ovejas y le preguntaron qué camino debían seguir para ir al reino de Otim. El pastor les dijo que debían cruzar el río, que al otro lado se hallaba el reino que tanto buscaban.
Cuando don Quijote y Sancho Panza encontraron el río se dieron cuenta que era el mismo en el que Rocinante y el burro bebieron, el mismo en el que ellos estuvieron descansando.
El pastor les había dicho que era un río muy amplio y que era muy difícil cruzarlo, y además, que en el fondo de sus aguas se escondía un monstruo que mataba cualquiera que quisiera cruzar el río.
Como don Quijote era tan valeroso caballero andante decidió cruzarlo, muy a pesar de Sancho Panza, que había intentado quitarle esas ideas de la cabeza con amplios y razonados argumentos.
Cogieron una barca que por allí cerca estaba y cuando estaban a medio camino, las aguas empezaron a turbarse, algo emergía del fondo del río.
Ante los ojos de don Quijote, una bestia con un largo cuello y el cuerpo lleno de escamas, con unos cuernos enormes y unos ojos amarillos que se clavaban en los dos hombres que había en la barca, emergió cuando menos se lo esperaban. Sancho Panza no podía tener más miedo, y no paraba de repetir a don Quijote que todo aquello había sido una gran locura, la más grande hasta ahora. Don Quijote hizo caso omiso de las quejas de su escudero y cogió la espada, había decidido enfrentarse al monstruo marino. Sancho no podía creerse lo que don Quijote iba a hacer.
Cuando el monstruo vio que uno de esos hombres había decidió enfrentarse a él se enojó de tal manera que atacó de frente al caballero andante. La balsa en la que estaban nuestros protagonistas no soportó el golpe que, con los cuernos, les había dado el monstruo. Por lo que se partió en dos y don Quijote y su escudero salieron disparados. Cayeron al río, y el monstruo, con su cola, hizo que se levantaran olas de casi nueve metros. Los dos hombres fueron arrastrados por la corriente, sin saber a dónde iban.
Don Quijote se despertó en medio de un bosque, era increíble que después de aquello aún estuviera con vida. Miró a su alrededor pero no encontró a su fiel escudero y amigo Sancho Panza. Lo buscó por todos lados pero no lo halló. No sabía dónde se encontraba, no conocía ese lugar. De pronto apareció el pastor que les había advertido del monstruo que había en el río. Cuando el pastor vio a don Quijote no pudo evitar reírse y decirle que ya se lo había dicho.Sancho Panza, por su parte, se despertó en una playa. Se levantó y miró donde podía encontrarse, y reconoció el lugar al instante. A su espalda se encontraba el reino de Otim, el lugar que él y su amo habían estado buscando, sin embargo, no consiguió hallar a don Quijote.
diumenge, 18 de maig del 2008
Novela caballeresca
Novela caballeresca
El más valeroso caballero andante que jamás ha habido y que jamás habrá, Guillermo de Lavancia, será recordado por todos los hombres por sus nobles hazañas:
Era hijo de un herrero, y desde pequeño mantuvo contacto con las herramientas que su padre usaba y fabricaba, por lo que obtuvo un gran conocimiento que le ayudará en su oficio.
Cuando Guillermo era pequeño, su padre lo envió a casa de un amigo suyo que vivía en una granja alejada de su casa. Él no había ido nunca por lo que, lógicamente, se perdió. Llegó a un camino, por el que él no recordaba haber pasado nunca, y de pronto vio a alguien que se le acercaba. Parecía un hombre que necesitaba ayuda y, tal y como su padre le había enseñado, Guillermo socorrió a aquel desafortunado individuo. Las cosas iban muy bien hasta que el hombre sacó un arma de fuego y amenazó al pequeño herrero a que le diera todo el dinero que encima llevara. Respondíole Guillermo que él no traía nada de dinero, pero insistió el hombre. Cuando se pensaba que de verdad usaría ese artilugio con el que le apuntaba, apareció de entre los árboles un gentilhombre encima de un caballo. Díjole el galán que no era gentilhombre alguno sino un caballero andante, y tal y como la orden de la caballería decía, era su obligación la de ayudarle.
Después de este afortunado encuentro, el pequeño Guillermo decidió que de mayor sería caballero andante y ayudaría a todo aquel que lo necesitara.
Una vez se lo contó a su padre, respondíole él con mala cara, pues creía que ese oficio no daba mucho dinero y añadíole que a ellos les hacia falta.
Pero Guillermo no hizo caso y cuando fue mayor cogió un caballo y se fue a la aventura.
Encontró a un amigo fiel, al que nombró su escudero, el cual llamábase Luis Altázar. Junto a él, se fueron por mar hacia Itália, con marineros, por supuesto, pues nuestro caballero andante no sabía navegar.
Llegaron a Palmi, pero antes pasaron por Acquarone, en Sicília. Allí, Guillermo encontró su amor, una doncella con el pelo castaño y los ojos claros, de tal alta hermosura que el de Lavancia no se pudo resistir a su belleza. Su nombre reflectia la hermosura de su cuerpo, ella era Harmonía de Acquarone, hija del rey de la ciudad. Ésta era una ciudad costera, con mucho comercio por mar y muy turística. Guillermo le declaró su amor y le pidió que se fuese con él a Italia. Pero el padre de ella se negó por lo que Guillermo le prometió que iba a volver a por ella.
Se fue de la bella ciudad de Acquarone y con ella a la hermosa Harmonía y se dirigió a costas itálicas.
Cuando iba con sus marineros y con Luis de Altázar se toparon con una tormenta terrible. Guillermo nunca antes había ido por mar, por lo que no sabía que debía hacer en aquella situación. Uno de los marineros, el cual se llamaba Pedro, tomó el mando y les dijo a cada uno de sus compañeros lo que debían hacer.
La tormenta fue tal, que el mástil del barco se rompió y cambiaron su rumbo. La barca quedó hecha pedazitos y murieron varios marineros pero al final llegaron a las costas de una ciudad llamada Palmi. Era una ciudad en ruinas y no parecía que hubiera nadie por allí. Por lo que decidieron arreglar la barca y partir de nuevo. Pero les faltó madera y Guillermo, Luis y otros decidieron ir a la ciudad a ver si encontraban algo que les sirviera.
No encontraban nada en las calles y decidieron entrar en alguna casa, a ver si la madera de las mesas o las sillas les servía para reconstruir la barca.
Entraron en una casa, y cuando ya habían cogido lo que necesitaban y ya se iban, oyeron una pequeña voz. Era una voz dulce, suave, con miedo. Guillermo se acercó a comprobar qué era, y encontró a una familia, estaban escondidos:
- ¿Qué hacéis de aquí?¿Por qué no salís de este cuarto?
- Es que... hay un montruo, y si salimos nos matará.
- Nosotros hemos andado por las calles de la ciudad y no hemos visto nada.
- Porque se esconde. Se hace invisible, no podemos verlo, ni oírlo. Ya ha matado a la mitad de la población. Nosotros no queremos morir.
- Tranquilo –dijo Guillermo contento pero triste a la vez- yo os ayudaré.
Guillermo salió a la calle, y no hizo falta que buscara al monstruo, pues él le estaba esperando delante de la puerta, en medio de la calle.
Cogió la espada que llevaba atada al cinto y lo apuñalo. Todo fue tan rápido que cuando los demás quisieron darse cuenta el monsturo ya estaba muerto.Entonces emepzaron a salir gentes de sus casas. Todos le dieron las gracias a nuestro caballero por haber salvado la ciudad. Y por el respeto que le cogieron, le ayudaron a reconstruir su barca.
Esta es solo una de las muchas valerosas y respetables hazañas que el gran caballero andante Guillermo de Lavancia hizo en su larga vida como hijo de la caballería.
Las demás hazañas que en su vida cometió, son las que vienen a continuación.
El más valeroso caballero andante que jamás ha habido y que jamás habrá, Guillermo de Lavancia, será recordado por todos los hombres por sus nobles hazañas:
Era hijo de un herrero, y desde pequeño mantuvo contacto con las herramientas que su padre usaba y fabricaba, por lo que obtuvo un gran conocimiento que le ayudará en su oficio.
Cuando Guillermo era pequeño, su padre lo envió a casa de un amigo suyo que vivía en una granja alejada de su casa. Él no había ido nunca por lo que, lógicamente, se perdió. Llegó a un camino, por el que él no recordaba haber pasado nunca, y de pronto vio a alguien que se le acercaba. Parecía un hombre que necesitaba ayuda y, tal y como su padre le había enseñado, Guillermo socorrió a aquel desafortunado individuo. Las cosas iban muy bien hasta que el hombre sacó un arma de fuego y amenazó al pequeño herrero a que le diera todo el dinero que encima llevara. Respondíole Guillermo que él no traía nada de dinero, pero insistió el hombre. Cuando se pensaba que de verdad usaría ese artilugio con el que le apuntaba, apareció de entre los árboles un gentilhombre encima de un caballo. Díjole el galán que no era gentilhombre alguno sino un caballero andante, y tal y como la orden de la caballería decía, era su obligación la de ayudarle.
Después de este afortunado encuentro, el pequeño Guillermo decidió que de mayor sería caballero andante y ayudaría a todo aquel que lo necesitara.
Una vez se lo contó a su padre, respondíole él con mala cara, pues creía que ese oficio no daba mucho dinero y añadíole que a ellos les hacia falta.
Pero Guillermo no hizo caso y cuando fue mayor cogió un caballo y se fue a la aventura.
Encontró a un amigo fiel, al que nombró su escudero, el cual llamábase Luis Altázar. Junto a él, se fueron por mar hacia Itália, con marineros, por supuesto, pues nuestro caballero andante no sabía navegar.
Llegaron a Palmi, pero antes pasaron por Acquarone, en Sicília. Allí, Guillermo encontró su amor, una doncella con el pelo castaño y los ojos claros, de tal alta hermosura que el de Lavancia no se pudo resistir a su belleza. Su nombre reflectia la hermosura de su cuerpo, ella era Harmonía de Acquarone, hija del rey de la ciudad. Ésta era una ciudad costera, con mucho comercio por mar y muy turística. Guillermo le declaró su amor y le pidió que se fuese con él a Italia. Pero el padre de ella se negó por lo que Guillermo le prometió que iba a volver a por ella.
Se fue de la bella ciudad de Acquarone y con ella a la hermosa Harmonía y se dirigió a costas itálicas.
Cuando iba con sus marineros y con Luis de Altázar se toparon con una tormenta terrible. Guillermo nunca antes había ido por mar, por lo que no sabía que debía hacer en aquella situación. Uno de los marineros, el cual se llamaba Pedro, tomó el mando y les dijo a cada uno de sus compañeros lo que debían hacer.
La tormenta fue tal, que el mástil del barco se rompió y cambiaron su rumbo. La barca quedó hecha pedazitos y murieron varios marineros pero al final llegaron a las costas de una ciudad llamada Palmi. Era una ciudad en ruinas y no parecía que hubiera nadie por allí. Por lo que decidieron arreglar la barca y partir de nuevo. Pero les faltó madera y Guillermo, Luis y otros decidieron ir a la ciudad a ver si encontraban algo que les sirviera.
No encontraban nada en las calles y decidieron entrar en alguna casa, a ver si la madera de las mesas o las sillas les servía para reconstruir la barca.
Entraron en una casa, y cuando ya habían cogido lo que necesitaban y ya se iban, oyeron una pequeña voz. Era una voz dulce, suave, con miedo. Guillermo se acercó a comprobar qué era, y encontró a una familia, estaban escondidos:
- ¿Qué hacéis de aquí?¿Por qué no salís de este cuarto?
- Es que... hay un montruo, y si salimos nos matará.
- Nosotros hemos andado por las calles de la ciudad y no hemos visto nada.
- Porque se esconde. Se hace invisible, no podemos verlo, ni oírlo. Ya ha matado a la mitad de la población. Nosotros no queremos morir.
- Tranquilo –dijo Guillermo contento pero triste a la vez- yo os ayudaré.
Guillermo salió a la calle, y no hizo falta que buscara al monstruo, pues él le estaba esperando delante de la puerta, en medio de la calle.
Cogió la espada que llevaba atada al cinto y lo apuñalo. Todo fue tan rápido que cuando los demás quisieron darse cuenta el monsturo ya estaba muerto.Entonces emepzaron a salir gentes de sus casas. Todos le dieron las gracias a nuestro caballero por haber salvado la ciudad. Y por el respeto que le cogieron, le ayudaron a reconstruir su barca.
Esta es solo una de las muchas valerosas y respetables hazañas que el gran caballero andante Guillermo de Lavancia hizo en su larga vida como hijo de la caballería.
Las demás hazañas que en su vida cometió, son las que vienen a continuación.
Novela pastoril
Novela pastoril
Estamos en un pueblo rural llamado Etislac. Es un pueblo situado en medio de las montañas al lado de un río que llega desembocar al mar. Es un pueblo feliz, en el que la gente es feliz y todo el mundo está contento, excepto Salicio, un pastor que estaba triste, porque su amada no le hacía caso.
Él decía que Esmeralda, la pastora a la cual amaba, no le quería, pero lo cierto es que no era verdad. Él no sabía qué era lo que de verdad sentía Esmeralda hacía él.
Hacía muchos años que se conocían, vivían en la misma calle y sus padres desde siempre que eran amigos.
Los dos pastores se amaban mutuamente, pero ninguno sabía lo que el otro sentía. Un día en el que Salicio salió a pacer las ovejas, vio a su amada Esmeralda que estaba tumbada a la sombra del Gran Árbol. Ese árbol que tanto quería, aquél en el que había pasado tantos momentos agradables, aquél con que el que se sentía bien, protegido. Pues allí, sentada a la sombra del Gran Árbol, Salicio vio a su Esmeralda. Era una imagen preciosa que no iba a poder olvidar nunca.
Se acercó a ella y la saludó:
- ¡Hola Esmeralda! ¿Qué estas haciendo?
- Estoy descansando, Salicio, ¿porque no te tumbas un poco aquí, a mi lado?
- Es que estoy con las ovejas y si alguna se escapa, mi padre se desmayará.
- Pero si solo será un ratito, venga...!
Salicio vaciló un momento pero de repente se decidió y se sentó junto a la hermosa Esmeralda. Estuvieron hablando un rato, Salicio estaba muy nervioso y no entendía porque, pues hacía desde pequeños que se conocían.
Salicio la miró y decidió que era la hora de confesarle su amor. Sus ojos se clavaron en los ojos verdes de Esmeralda y sus labios pronunciaron estas palabras:
- Oye Esmeralda, debo decirte algo importante.
- Dime Salicio, ¿qué pasa?- preguntó intrigada Esmeralda.
- Es que quería decirte que yo... pues... yo... quería decirte que... te quiero... desde hace tiempo... y... y... quiero casarme contigo.
Esmeralda se quedó medio sorprendida, aunque tenía ganas de oírlo, por lo que respondió:
- Me alegro de que me lo hayas contado porque yo también te quiero y quiero casarme contigo.
Ahora los dos amantes debían pedir permiso a sus padres.
Una vez se lo preguntaron, los padres respondieron que estaban de acuerdo con la boda, y que hacia años que la esperaban.
Esmeralda y Salicio se casaron y tuvieron un hijo muy guapo llamado Agustín.
Estamos en un pueblo rural llamado Etislac. Es un pueblo situado en medio de las montañas al lado de un río que llega desembocar al mar. Es un pueblo feliz, en el que la gente es feliz y todo el mundo está contento, excepto Salicio, un pastor que estaba triste, porque su amada no le hacía caso.
Él decía que Esmeralda, la pastora a la cual amaba, no le quería, pero lo cierto es que no era verdad. Él no sabía qué era lo que de verdad sentía Esmeralda hacía él.
Hacía muchos años que se conocían, vivían en la misma calle y sus padres desde siempre que eran amigos.
Los dos pastores se amaban mutuamente, pero ninguno sabía lo que el otro sentía. Un día en el que Salicio salió a pacer las ovejas, vio a su amada Esmeralda que estaba tumbada a la sombra del Gran Árbol. Ese árbol que tanto quería, aquél en el que había pasado tantos momentos agradables, aquél con que el que se sentía bien, protegido. Pues allí, sentada a la sombra del Gran Árbol, Salicio vio a su Esmeralda. Era una imagen preciosa que no iba a poder olvidar nunca.
Se acercó a ella y la saludó:
- ¡Hola Esmeralda! ¿Qué estas haciendo?
- Estoy descansando, Salicio, ¿porque no te tumbas un poco aquí, a mi lado?
- Es que estoy con las ovejas y si alguna se escapa, mi padre se desmayará.
- Pero si solo será un ratito, venga...!
Salicio vaciló un momento pero de repente se decidió y se sentó junto a la hermosa Esmeralda. Estuvieron hablando un rato, Salicio estaba muy nervioso y no entendía porque, pues hacía desde pequeños que se conocían.
Salicio la miró y decidió que era la hora de confesarle su amor. Sus ojos se clavaron en los ojos verdes de Esmeralda y sus labios pronunciaron estas palabras:
- Oye Esmeralda, debo decirte algo importante.
- Dime Salicio, ¿qué pasa?- preguntó intrigada Esmeralda.
- Es que quería decirte que yo... pues... yo... quería decirte que... te quiero... desde hace tiempo... y... y... quiero casarme contigo.
Esmeralda se quedó medio sorprendida, aunque tenía ganas de oírlo, por lo que respondió:
- Me alegro de que me lo hayas contado porque yo también te quiero y quiero casarme contigo.
Ahora los dos amantes debían pedir permiso a sus padres.
Una vez se lo preguntaron, los padres respondieron que estaban de acuerdo con la boda, y que hacia años que la esperaban.
Esmeralda y Salicio se casaron y tuvieron un hijo muy guapo llamado Agustín.
Ruta literaria
Ruta literaria
Salimos de Castelló d’Empúries el domingo a las 24:00horas.
Parada 1: llegada a Toledo a las 8:00horas. Distancia 819km.
Al llegar a la ciudad, primero iremos a visitar las murallas de Toledo. Comenzaremos la ruta a las 10:00horas y saldremos a las 12:30. La entrada es gratuita. Luego iremos todos a comer al restaurante Hotel Medina de Toledo. Por la tarde seguiremos una de las rutas de Don Quijote de la Mancha. Empieza en Esquivias y terminamos en el Parque Arqueológico. La ruta dura 20km. Luego nos hospedaremos en la Hospederia de los Reyes.
Parada 2: Saldremos de Toledo a las 9:00horas y llegaremos a Alcalá de Henares a las 9:18horas. Distancia 106km.
Por la mañana iremos a visitar la Capilla en la que Cervantes fue bautizado. Más tarde cada uno podrá ir a comer donde quiera y quedaremos a las 16:30horas para ir a ver el Museo Casa Natal de Cervantes. Pasaremos la noche en el Hotel Husa El Bedel.
Parada 3: Saldremos de Alcalá de Henares a las 8:00horas y llegaremos a Zaragoza a las 10:58horas. Distancia 286km.
Por la mañana iremos a visitar el Museo de Zaragoza, secciones de Antigüedad y Bellas Artes. Luego nos dirigiremos a Épila, dónde comeremos en el restaurante El Gato Negro, y más tarde iremos a ver el castillo de Épila. Cenaremos y comeremos en el hotel Hispania.
Parada 4: Saldremos de Épila a las 8:00horas y llegaremos a Barcelona a las 11:37horas. Distancia 354km.
Para empezar el día visitaremos el Parc Güell. Luego iremos a comer por libre, y quedaremos a las 16:30 e iremos a visitar el Teatre del Liceu. Cenaremos y comeremos en el Hostal San Medin.
Parada 5: Saldremos de Barcelona a las 9:00horas y llegaremos a Castelló d’Empúries a las 10:41horas. Distancia 148km.
Precio del viaje por persona: 386 euros, aproximadamente.
Salimos de Castelló d’Empúries el domingo a las 24:00horas.
Parada 1: llegada a Toledo a las 8:00horas. Distancia 819km.
Al llegar a la ciudad, primero iremos a visitar las murallas de Toledo. Comenzaremos la ruta a las 10:00horas y saldremos a las 12:30. La entrada es gratuita. Luego iremos todos a comer al restaurante Hotel Medina de Toledo. Por la tarde seguiremos una de las rutas de Don Quijote de la Mancha. Empieza en Esquivias y terminamos en el Parque Arqueológico. La ruta dura 20km. Luego nos hospedaremos en la Hospederia de los Reyes.
Parada 2: Saldremos de Toledo a las 9:00horas y llegaremos a Alcalá de Henares a las 9:18horas. Distancia 106km.
Por la mañana iremos a visitar la Capilla en la que Cervantes fue bautizado. Más tarde cada uno podrá ir a comer donde quiera y quedaremos a las 16:30horas para ir a ver el Museo Casa Natal de Cervantes. Pasaremos la noche en el Hotel Husa El Bedel.
Parada 3: Saldremos de Alcalá de Henares a las 8:00horas y llegaremos a Zaragoza a las 10:58horas. Distancia 286km.
Por la mañana iremos a visitar el Museo de Zaragoza, secciones de Antigüedad y Bellas Artes. Luego nos dirigiremos a Épila, dónde comeremos en el restaurante El Gato Negro, y más tarde iremos a ver el castillo de Épila. Cenaremos y comeremos en el hotel Hispania.
Parada 4: Saldremos de Épila a las 8:00horas y llegaremos a Barcelona a las 11:37horas. Distancia 354km.
Para empezar el día visitaremos el Parc Güell. Luego iremos a comer por libre, y quedaremos a las 16:30 e iremos a visitar el Teatre del Liceu. Cenaremos y comeremos en el Hostal San Medin.
Parada 5: Saldremos de Barcelona a las 9:00horas y llegaremos a Castelló d’Empúries a las 10:41horas. Distancia 148km.
Precio del viaje por persona: 386 euros, aproximadamente.
Alfabeto
ALFABETO
A,a: alforjas:
B,b: barbero:
C,c: caballería:
D,d: Dulcinea:
E,e: escudero:
F,f: Fierabrás, Bálsamo de:
G,g: Gaula, Amadís de:
H,h: hoguera:
I,i: imaginación:
J,j: jubón:
L,l: locura:
M,m: Mancha, la:
N,n: naturaleza:
O,o: orgullo:
P,p: penitencia:
Q,q: Quijote, Don:
R,r: Rocinante:
S,s: Sierra Morena:
T,t: temer:
U,u: utopía:
V,v: venta:
Y,y: Yelmo de Mambrino:
Z,z: zagal
A,a: alforjas:
B,b: barbero:
C,c: caballería:
D,d: Dulcinea:
E,e: escudero:
F,f: Fierabrás, Bálsamo de:
G,g: Gaula, Amadís de:
H,h: hoguera:
I,i: imaginación:
J,j: jubón:
L,l: locura:
M,m: Mancha, la:
N,n: naturaleza:
O,o: orgullo:
P,p: penitencia:
Q,q: Quijote, Don:
R,r: Rocinante:
S,s: Sierra Morena:
T,t: temer:
U,u: utopía:
V,v: venta:
Y,y: Yelmo de Mambrino:
Z,z: zagal
dissabte, 17 de maig del 2008
La historia de Leandra
De la Novela al Teatro
La historia de Leandra:
Escena 1.
(Leandra vivía en el pueblo de Villarrica. Era una doncella muy bella y tenía muchos pretendientes, los cuales estaban siempre delante de su casa.)
EUGENIO: ¡¡Leandra, te traigo unas rosas rojas muy bonitas!!
PRETENDIENTE 1: ¡Eh! Yo he llegado antes.
PRETENDIENTE 2: ¡¿Pero qué dices?! ¡Yo estaba mucho antes!
(Y empezaron a pelearse. Al oír los gritos, Leandra se asomó a la ventana y les dijo lo siguiente.)
LEANDRA: ¿¡Queréis parar de hacer el burro!?
EUGENIO: Leandra, te traigo unas muy bonitas rosas rojas.
PRETENDIENTE 1: Yo te traigo un trozo de pan de hace solo dos semanas.
PRETENDIENTE 2: ¿Pero qué haces? ¿Es que quieres matarla? Mira, yo te traigo un vestido precioso de mi tatarabuela.
LEANDRA: ¡Ya os lo he dicho cientos de veces, no quiero vuestros estúpidos regalos!
PRETENDIENTE 1: Que mona está cuando se enfada.
TODOS: Qué razón tienes.
(Leandra, cansada de los hombres que la molestaban todos los días, entró en su casa y no salió hasta que ellos se hubieran ido.)
Escena 2.
(Estamos en la frutería de Diego, cuando de repente entró un desconocido.)
DESCONOCIDO: ¡Muy buenas! Soy nuevo por aquí, y no conozco a nadie. Perdone frutero, ¿podría darme zanahorias para mi caballo?
DIEGO EL FRUTERO: ¡Pues claro que si, buen hombre! Sepa que son recogidas de hoy en el mejor huerto del pueblo, el mío.
DESCONOCIDO: No has de decir más, frutero. Me las quedo.
LEANDRA: ¿Cuándo hace que está por aquí? No lo había visto nunca.
DESCONOCIDO: No mucho, acabo de llegar galopando.
(El frutero le dio las zanahorias y el desconocido salió por la puerta y desapareció entre las calles del pueblo)
LEANDRA: Oye Diego, ¿Tú conocías a ese hombre?
DIEGO EL FRUTERO: No lo había visto en mi vida.
Escena 3.
(Leandra no puede dormir en toda la noche pensando en el desconocido que se había encontrado en la frutería. Cuando de repente, le despertaron los gritos de sus pretendientes.)
EUGENIO: ¡Leandra, te traigo las mismas rosas rojas que ayer!
PRETENDIENTE 1: ¡Yo te traigo el mismo pan de dos semanas… y un día!
PRETENDIENTE 2: ¡Yo te traigo el mismo vestido de mi tatarabuela!
LEANDRA: (Asomándose al balcón. Irritada) ¿Queréis dejar de molestarme de una vez?
(Entra en escena el desconocido)
DESCONOCIDO: ¿Queréis dejar de molestar a esa doncella tan hermosa?
PRETENIENTE 1: ¿Y quién lo dice?
DESCONOCIDO: Soy Álvaro de Aragón, soldado del rey Rodolfo I.
PRETENDIENTE 2: Y a nosotros, ¿qué más nos da?
ÁLVARO: Ella os lo ha pedido de buenas. Yo no voy a tener tanta paciencia.
(Los pretendientes se fueron retirando uno a uno tras las advertencias de Álvaro el soldado.)
LEANDRA: No sé cómo agradecértelo, siempre me están molestando y no consigo quitármelos de encima.
ÁLVARO: No hace falta mujer, estoy encantado de salvar a una doncella tan hermosa.
LEANDRA: (sonrojada) Perdona, no me he presentado. Me llamo Leandra.
Escena 4.
(Leandra y Álvaro, enamorados, se han ido del pueblo de Villarrica. Leandra se llevó consigo todas sus joyas y dinero por si hacía falta.)
LEANDRA: Oye Álvaro, ¿a dónde nos dirigimos?
ÁLVARO: Vamos hacia el castillo del Rey Rodolfo el Chorizo.
(Es de noche. Se encuentran a medio camino, en medio del bosque Verde.)
LEANDRA: Podemos dormir aquí, estoy cansada.
ÁLVARO: Está bien, mi caballo también necesita descansar.
(Mientras Leandra dormía profundamente, Álvaro se despertó y cogió todas las joyas y el dinero de la bella Leandra. A la mañana siguiente Leandra se dio cuenta que Álvaro la había abandonado y que le había robado sus pertenencias.)
LEANDRA: ¿Por qué me has hecho esto, Álvaro? ¡Yo te amaba con todo mi corazón! Te regalé mi amor, me fui contigo y me abandonas. ¿Qué voy a hacer ahora sin ti y sin dinero? Me lo has quitado todo. (Reflexionando) Ahora que me doy cuenta, no sé dónde estoy ni hacia dónde tengo que dirigirme. Mi amado Álvaro era el único que conocía el camino… No debí desear más de lo que podía tener. Ahora que lo pienso, Eugenio me traía unas rosas muy bonitas…
(¡¡FIN!!)
Ari y Marina
La historia de Leandra:
Escena 1.
(Leandra vivía en el pueblo de Villarrica. Era una doncella muy bella y tenía muchos pretendientes, los cuales estaban siempre delante de su casa.)
EUGENIO: ¡¡Leandra, te traigo unas rosas rojas muy bonitas!!
PRETENDIENTE 1: ¡Eh! Yo he llegado antes.
PRETENDIENTE 2: ¡¿Pero qué dices?! ¡Yo estaba mucho antes!
(Y empezaron a pelearse. Al oír los gritos, Leandra se asomó a la ventana y les dijo lo siguiente.)
LEANDRA: ¿¡Queréis parar de hacer el burro!?
EUGENIO: Leandra, te traigo unas muy bonitas rosas rojas.
PRETENDIENTE 1: Yo te traigo un trozo de pan de hace solo dos semanas.
PRETENDIENTE 2: ¿Pero qué haces? ¿Es que quieres matarla? Mira, yo te traigo un vestido precioso de mi tatarabuela.
LEANDRA: ¡Ya os lo he dicho cientos de veces, no quiero vuestros estúpidos regalos!
PRETENDIENTE 1: Que mona está cuando se enfada.
TODOS: Qué razón tienes.
(Leandra, cansada de los hombres que la molestaban todos los días, entró en su casa y no salió hasta que ellos se hubieran ido.)
Escena 2.
(Estamos en la frutería de Diego, cuando de repente entró un desconocido.)
DESCONOCIDO: ¡Muy buenas! Soy nuevo por aquí, y no conozco a nadie. Perdone frutero, ¿podría darme zanahorias para mi caballo?
DIEGO EL FRUTERO: ¡Pues claro que si, buen hombre! Sepa que son recogidas de hoy en el mejor huerto del pueblo, el mío.
DESCONOCIDO: No has de decir más, frutero. Me las quedo.
LEANDRA: ¿Cuándo hace que está por aquí? No lo había visto nunca.
DESCONOCIDO: No mucho, acabo de llegar galopando.
(El frutero le dio las zanahorias y el desconocido salió por la puerta y desapareció entre las calles del pueblo)
LEANDRA: Oye Diego, ¿Tú conocías a ese hombre?
DIEGO EL FRUTERO: No lo había visto en mi vida.
Escena 3.
(Leandra no puede dormir en toda la noche pensando en el desconocido que se había encontrado en la frutería. Cuando de repente, le despertaron los gritos de sus pretendientes.)
EUGENIO: ¡Leandra, te traigo las mismas rosas rojas que ayer!
PRETENDIENTE 1: ¡Yo te traigo el mismo pan de dos semanas… y un día!
PRETENDIENTE 2: ¡Yo te traigo el mismo vestido de mi tatarabuela!
LEANDRA: (Asomándose al balcón. Irritada) ¿Queréis dejar de molestarme de una vez?
(Entra en escena el desconocido)
DESCONOCIDO: ¿Queréis dejar de molestar a esa doncella tan hermosa?
PRETENIENTE 1: ¿Y quién lo dice?
DESCONOCIDO: Soy Álvaro de Aragón, soldado del rey Rodolfo I.
PRETENDIENTE 2: Y a nosotros, ¿qué más nos da?
ÁLVARO: Ella os lo ha pedido de buenas. Yo no voy a tener tanta paciencia.
(Los pretendientes se fueron retirando uno a uno tras las advertencias de Álvaro el soldado.)
LEANDRA: No sé cómo agradecértelo, siempre me están molestando y no consigo quitármelos de encima.
ÁLVARO: No hace falta mujer, estoy encantado de salvar a una doncella tan hermosa.
LEANDRA: (sonrojada) Perdona, no me he presentado. Me llamo Leandra.
Escena 4.
(Leandra y Álvaro, enamorados, se han ido del pueblo de Villarrica. Leandra se llevó consigo todas sus joyas y dinero por si hacía falta.)
LEANDRA: Oye Álvaro, ¿a dónde nos dirigimos?
ÁLVARO: Vamos hacia el castillo del Rey Rodolfo el Chorizo.
(Es de noche. Se encuentran a medio camino, en medio del bosque Verde.)
LEANDRA: Podemos dormir aquí, estoy cansada.
ÁLVARO: Está bien, mi caballo también necesita descansar.
(Mientras Leandra dormía profundamente, Álvaro se despertó y cogió todas las joyas y el dinero de la bella Leandra. A la mañana siguiente Leandra se dio cuenta que Álvaro la había abandonado y que le había robado sus pertenencias.)
LEANDRA: ¿Por qué me has hecho esto, Álvaro? ¡Yo te amaba con todo mi corazón! Te regalé mi amor, me fui contigo y me abandonas. ¿Qué voy a hacer ahora sin ti y sin dinero? Me lo has quitado todo. (Reflexionando) Ahora que me doy cuenta, no sé dónde estoy ni hacia dónde tengo que dirigirme. Mi amado Álvaro era el único que conocía el camino… No debí desear más de lo que podía tener. Ahora que lo pienso, Eugenio me traía unas rosas muy bonitas…
(¡¡FIN!!)
Ari y Marina
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